lunes, 29 de agosto de 2011

ECOSISTEMA DE MONTAÑA






El medio montañoso cubre alrededor del 27% de la superficie de la Tierra y mantiene el 22% de la población del mundo. Dentro de estos ecosistemas numerosas especies se adaptan y se especializan, proporcionando bienes y servicios esenciales para los pobladores de esas regiones.

Las regiones montañosas ya sufren la presión de diversas actividades humanas,como el pastoreo excesivo, el abandono o la gestión inadecuada de la tierra, quereducen su resistencia natural al cambio climático. 
Asimismo las especies montañosas tienen una capacidad muy limitada dedesplazarse a altitudes más altas como respuesta al aumento de la temperatura.Esto se da especialmente en las "islas montañosas", que a menudo estándominadas por especies endémicas.



El cambio climático tiene impactos serios en los ecosistemas de montaña, dado que produce el retiro y a veces la desaparición de las especies alpestres, que quedan atrapadas en las cumbres. Por ejemplo, en los Alpes, algunas especies de plantashan estado emigrando hacia arriba, de uno a cuatro metros por década, y algunasplantas que previamente se encontraban sólo en las cumbres han desaparecido 26.

Por otra parte, la contracción de los glaciares modifica la capacidad de retenciónde agua de las montañas, lo cual afecta los ecosistemas aguas abajo.

como ejemplo podemos ver:


LAS AVALANCHAS

Las avalanchas  son ocasionados por la falta de homogeneidad de la capa de tierra  y por la existencia, entre los límites de capas físicamente diferentes, de un agente que facilita el deslizamiento de una de ellas sobre otra subyacente. Ocurre por ejemplo, que la tierra  recién caída o acumulada por el viento no llega a soldarse a la superficie de la capa preexistente. En otros casos, la lluvia empapa una capa reciente, que se desliza entonces por su propio peso, si la pendiente lo permite. Las aguas pluviales pueden también infiltrarse entre dos capas de tierra  y obrar entonces como un lubricante que permite el deslizamiento de la capa superior sobre la inferior.

 Lo mismo puede ocurrir si el agua penetra en la tierra  y el terreno, haciendo que éste se vuelva deslizadizo. Los cambios de temperatura ambiente también tienen su importancia. En particular, un aumento importante de la temperatura reduce la cohesión de la tierra, por eso los aludes son más probables por la tarde que por las mañanas, sobre todo en aquellas pendientes que han estado expuestas a los rayos solares durante las horas más calurosas del día. A veces el brusco calentamiento por el sol matutino basta para provocar avalanchas en las pendientes abruptas orientadas hacia el este. Las condiciones del suelo que soporta la tierra pueden ser también determinantes: terreno arcilloso y, por consiguiente, deslizante; suelos lisos, húmedos o helados, vertiente de forma convexa o con excesiva pendiente. Sean cuales fueren las circunstancias favorables a un alud, éste puede ser desencadenado por una causa mínima aunque capaz de vencer la escasa cohesión que retenía la masa de tierra: un ruido.